"No basta sólo con ampliar el acceso a los métodos anticonceptivos e implementar programas de educación sexual -que es una cuestión elemental- sino que también tiene que ver con cuestiones culturales", explica.
Agrega que, "muchas chiquillas de 14 ó 15 años que han quedado embarazadas sabían que existían métodos de prevención, tenían acceso a ellos y así todo no los usaron".
El dato no es menor si se considera que el año 2000 se registraron 1.055 partos de menores de 14 años y en el 2001, estos aumentaron a 1.162.
Los pocos consensos que suscita acordar qué enseñar y cómo enseñar la educación sexual en Chile sigue dejando trunco un conocimiento que incluso el actual ministro de Educación había prometido hacerse cargo.
Sin embargo, más allá de la discusión o propuestas, detrás queda lo más importante, la niña-mujer.
"En muchos casos se da que están contentas con el embarazo, pues de alguna manera, es el camino que le permite a la chica 'ser alguien' entre sus pares. Además, frente a sus padres deja de ser solamente la hija, porque tiene algo que le es propio, considerando sobre todo a los sectores populares donde las perspectivas de desarrollo son súper pocas", afirma la periodista.
Y no es que todo sea blanco y negro, y que las adolescentes de las clases populares estén buscando quedar embarazadas por falta de perspectivas: "No es que lo busquen. Son chiquillas que quedan embarazadas sin esperarlo, conociendo los métodos anticonceptivos y algunas teniendo acceso a ellos. En el proceso se van encantando con la posibilidad de tener hijos, luego vuelcan su vida en eso y terminan abandonando los estudios", explica Claudia Lagos, como parte de las consecuencias que desnudó en su investigación.
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